¿Cuáles son las claves para convertir un destino en ‘inteligente’?

La innovación y la tecnología han cambiado el perfil del viajero en los últimos años. Esta premisa ya no es nada nueva y he hablado sobre ello en múltiples ocasiones, el viajero digital hiper informado e independiente necesita poder estar conectado de forma permanente, demanda experiencias auténticas y espera recibir un servicio personalizado. Por ello los destinos deben esforzarse cada con una oferta turística diferencial, coherentes con el entorno natural, social y cultural
En este entorno, nosotros los empresarios y los gestores de los destinos debemos evolucionar para poder dar respuesta a este nuevo viajero en todo el ciclo del viaje. Un destino capaz de innovar implementando nuevos sistemas que faciliten el análisis de múltiples fuentes de información (Big Data, Business Intelligence) y les permita ser más eficientes y competitivos.
Ante este panorama se ha impuesto, hace ya un tiempo la renovación integral en los destinos, cuyo nuevo objetivo final es que el destino sea sostenible económica, socio-cultural y medioambientalmente. En este contexto cambiante, en el que cada día aparecen nuevas propuestas en todo el mundo, es indispensable hacer una profunda reflexión sobre qué necesita un destino para convertirse en Destino Turístico Inteligente (DTI).
Me siento con la necesidad de aclarar que no todos los municipios que busquen convertirse en destinos turísticos inteligentes deben seguir el mismo camino. Cada destino en particular dependerá además de su oferta turística, de su madurez como destino de vacaciones y su capacidad de inversión, entre otros factores. Pero, ¿cómo se convierte un destino tradicional en un DTI?
Un destino turístico inteligente se apoya en cuatro ejes:
- Tecnología
- Innovación
- Accesibilidad
- Sostenibilidad
Para empezar, un destino inteligente es un territorio conectado que se apoya en infraestructuras smart capaces, con las TIC, de generar un nuevo modelo de gestión más sostenible, competitivo y eficiente.
El sector turismo ha sabido comprender y absorber las ventajas de utilizar las nuevas tecnologías, pero lo que convierte en histórico este momento es el potencial de big data. Esta tecnología permite no sólo que un territorio hable en tiempo real sino también conocer mejor a los turistas, incluso antes de que lleguen al destino, para ofrecerles experiencias únicas y personalizadas.
Analizar e interpretar la huella digital del viajero permite al territorio dimensionar los recursos y la oferta turística para adaptarla a la demanda. Ejemplo de ello son las aplicaciones móviles multilingües, incorporar geolocalización a las rutas turísticas, insertar códigos QR que enriquezcan paneles informativos, ofrecer Wifi gratuito, experiencias inmersivas con realidad virtual para crear expectativas antes del viaje, o la sensorización de objetos que recopilen información del tráfico y energía consumida para una mejor gestión medioambiental.
Si un destino turístico quiere mantener su liderazgo es necesario que se anticipe al futuro y para hacerlo resulta imprescindible la innovación. Un destino puede trabajar para identificar y desarrollar nuevas fuentes de ventajas competitivas y convertirlas en realidades de impacto.
La cifra de personas con algún tipo de discapacidad es realmente relevante, también las enfermedades crónicas y estamos, además, ante un progresivo envejecimiento de la población. Por ello, debo resaltar que un destino turístico tiene que preocuparse porque cualquier visitante pueda viajar con libertad, escoger la actividad y disfrutarla con plena autonomía, sin barreras. Para ello puede poner en marcha un plan integral de accesibilidad urbana y turística, incentivar a las empresas a que fomenten la accesibilidad, realizar campañas de sensibilización, entre muchas otras cosas.
Y finalmente, un destino turístico inteligente es sostenible cuando satisface las necesidades presentes de los habitantes y turistas, preservando y mejorando las oportunidades del futuro. Hablamos de una sostenibilidad en su triple vertiente: sociocultural, económica y medioambiental.
La complejidad e impacto social, medioambiental, empresarial y urbanístico que supone transformar el modelo turístico tradicional a un modelo inteligente necesita que todos los actores (sociedad, sector empresarial y administración) estén alineados y comprometidos con la causa.
Para los municipios interesados en convertirse en DTI yo recomiendo comenzar por una radiografía total que identifique la realidad del municipio y sus necesidades: qué nivel de infraestructuras tecnológicas tiene, qué frenos normativos, regulatorios y de accesibilidad, qué aspectos diferenciales se pueden ofrecer a turistas y visitantes, qué sabe de ellos, qué servicios presta, quién los ofrece, a qué coste…
Tras el diagnóstico, es necesario trazar un plan de acción que aborde las áreas de mejora y contemple las acciones para su ejecución. Sentadas las bases, hay que buscar recursos. Convertir un destino en inteligente tiene su coste.
En España nos hemos convertido en un destino ya madurito “con alguna que otra cana” y debemos rejuvenecerlo con inteligencia. El objetivo debería ser que todo el territorio se convierta en un Destino Turístico Inteligente para seguir siendo un referente mundial. La buena noticia es que ¡vamos en camino!