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El comportamiento del viajero digital

El comportamiento del viajero digital

¿Cómo se va adaptando el sector turístico a las pautas de consumo del viajero digitalizado?

¿Qué papel están jugando las nuevas tecnologías en la evolución de las empresas turísticas para adaptarse a la demanda de un viajero autosuficiente?

Preguntas tan dispersas como pueden ser sus respuestas… solo emularlas surge ante mi un batiburrillo de ideas y variables, así como preguntas-respuestas: ¿hablamos del turista que se mueve según el tipo de motivación? Ya sea en busca de un turismo de aventuras, o quizás el que busca la desconexión y el relax total. Quizás podemos analizar el ya saturado tema del tipo de turista según generaciones (los milenials, la generación Z, la X…) o también podemos divagar pensamientos hacia qué segmento turístico debemos enfocarnos, ya sea el turismo urbano, el clásico vacacional o uno de los nuevas parcelas dedicadas al turismo deportivo…

¡Menuda locura! Además, si empezamos a mirar al futuro nos podemos quedar atónitos solo pensar que dentro de 10 años, para el año 2030, se estima que habrá 10.000 millones de viajes turísticos y nuevos tipos de viajeros que convivirán con ya existentes.

El nuevo viajero digital tiene en Internet un ecosistema habitual que domina plenamente. Desde el primer momento de la inspiración, pasando por la experiencia en destino y su vuelta, el viajero permanece conectado. Entre las innovaciones tecnológicas que han cambiado nuestra forma de viajar se encuentran la aparición de plataformas digitales de servicios turísticos privados, buscadores de información y comparadores de precios, las redes sociales, las aplicaciones para el móvil y los servicios de geolocalización.

Y es cierto que a pesar que el viajero de hoy, en comparación con épocas pasadas, tiene acceso a un sin fin de productos y servicios gracias a la tecnología, cada vez me encuentro con más personas a mi alrededor que tras el boom de las redes sociales y la “hiperconectividad”, deciden y buscan de forma voluntaria una “experiencia analógica” para desconectar del mundo digital. Cada vez se busca más la “autenticidad y privacidad”.

Ni que decir que, los límites de edad son cada vez menos significativos, especialmente cuando nos ponemos a analizar las pautas de los consumidores en comparación de su segmento de edad.

Los millenials han pasado a la historia, ya el groso de la población manejamos la tecnología y aunque no tenemos unas pautas de comportamientos similares, gracias al análisis de los datos y las nuevas tecnologías, podemos realizar un seguimiento personalizado de cada consumidor y realizar predicciones (de disposición al gasto, preferencias de viajes y consumo) basándonos en su comportamiento real, creando con ello mensajes personalizados.

Es decir, los límites de edad serán cada vez menos significativos, especialmente cuando podemos disponer de datos a nivel individual ¡Claro está que cuando hablo de grandes volúmenes de turistas, la personalización sólo será viable si el consumidor está dispuesto a facilitar sus datos! Siempre existirán, aunque cada vez sean menos, los consumidores analógicos sin “huella digital”.

Atrás quedaron los días en los que las agencias de viaje tradicionales se dedicaban a vender el mismo paquete vacacional a todo el mundo. Los consumidores desean cada vez más que sus viajes sean más personalizados. Podríamos decir que la talla única está muerta. Los viajeros ahora ven la personalización como un derecho, no como un privilegio y dentro del sector turístico tenemos que adaptarnos a esta nueva demanda de viajes a medidas.

Y aunque todavía existan capas sociales que sean mas reticentes a facilitar sus datos, es verdad que la tendencia de facilitar los datos personales a empresa privadas cada vez es más a la alza, pues los consumidores tienden a confiar en la seguridad que serán manejada su información y en la obtención a cambio de grandes beneficios, como servicios personalizados, recomendaciones y ofertas.

En este sentido, cada vez más el viajero está dispuesto a pagar un extra por los paquetes de vacaciones hechos a la medida de sus preferencias. Y esto es una clara oportunidad para que los proveedores ofrezcan paquetes flexibles.

Otro de los fenómenos que nos encontramos es el turista que viaja en busca de experiencias, pues cada vez nos encontramos más tipos de viajeros obsesionados acerca de “lo que pueden hacer en el destino” y no tanto en cuestiones logísticas del tipo “dónde” se alojarán” o “cómo” llegarán hasta el lugar de sus vacaciones.

Por ello, el turismo lowcost, iniciado en el sector transporte se ha expandido a los alojamientos. En este sentido, el precio pasa a ser el elemento motor en la toma de decisiones de los consumidores y se convierte en el principal valor que reemplaza la calidad o incluso la marca. Y es ese mismo consumidor, que vuela y se aloja barato, el que luego no escatima en precio a la hora de pagar nuevas experiencias… Precisamente debido a estas tendencias, la reserva online de actividades en el destino es uno de los nuevo boom del turismo.

La demanda de experiencias es una de las tendencias que parecen que irán cosechando triunfos en el sector de los viajes durante los próximos años. Pero, a la alza está la demanda de experiencias no convencionales, innovadoras, e inusuales. El turista no busca visitas a catedrales y museos, sino visitar “lugares secretos” y la realización de actividades fuera de los común.

Sabemos que el nuevo viajero es autosuficiente. Además, desde la inspiración inicial hasta la vuelta, pasando por la propia experiencia en el destino, está claro que el viaje es digital y como agentes vinculantes del sector debemos de atravesar todos los poros de esta hiperconectividad para estar presentes en algunas de las miles de opciones disponibles para sobrevivir dentro del sector en la era del viajero digital.