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Turismo, gentrificación y especulación inmobiliaria

Turismo, gentrificación y especulación inmobiliaria

Tengo una pregunta: ¿Cree usted que habita en una ciudad o barrio sostenible, culturalmente efervescente y lleno de grandes posibilidades?

Seguramente eso sea lo que nos están vendiendo todos, porque tengo la sencación que actualmente, todas las urbes están copiando el mismo argumento. Pero que Madrid o Bercelona, por ejemplo, se venda como si fuera Amsterdam o Milán oculta una verdad algo incómoda…

El fenómeno de la gentrificación no es nuevo, ni consecuencia de las diferentes revoluciones industriales. Hablando en plata: la gentrificación se produce cuando una zona se vuelve atractiva para las clases con mayor poder adquisitivo que se instalan en ella cambiando, por tanto, su fisionomía urbana. Un fenómeno que en la actualidad se ha acelerado debido a factores como el turismo y la especulación inmobiliaria.

La gentrificación es consustancial al desarrollo de las ciudades y se produce cuando hay una mejora relativa de los espacios urbanos. Esta evolución de ciertos barrios es uno de los puntos a favor de la gentrificación. Y es que este fenómeno convierte zonas deprimidas y de familias con rentas bajas en barrios ‘mainstream’ ocupados por clases de mayor poder adquisitivo.

Pero, actualmente, no importa si vives en un nudo de autopistas, si tu casa está rodeada de turistas de despedida de soltero o si tu área metropolitana está en un proceso de reconversión industrial. Sea como sea tu barrio y tu ciudad, lo más probable es que ahora se esté publicitando por el mundo como un hervidero de cultura emergente, repleto de emprendedores y, por supuesto, sostenible.

La marca nació como signo para diferenciar el ganado

El concepto de “marca” surgió hace miles de años y, desde entonces, se ha usado por todas las culturas para diferenciar un determinado producto o servicio de sus competidores. Hoy, las empresas quieren seguir separando sus productos de los de la competencia. En cambio, las ciudades, que no son empresas aunque se comportan a veces como tales, invierten grandes presupuestos en estrategias de marca ciudad que no son en absoluto diferenciadoras.

Cada una de ellas parece estar haciendo todo lo posible por convencernos de que es exactamente igual que cualquier otra que se considere cool y se están olvidando que la identidad de las ciudades se encuentra en las mismas ciudades.

Pero, ¿y si las ciudades en realidad sí se están pareciendo cada vez más unas a otras? Más allá de la comunicación, existe una sensación generalizada de que cuando viajamos, no importa el lugar, nos encontrar los mismos restaurantes, cafeterías, las mismas tiendas, los mismos espacios públicos…

Pero, no es una sensación, es así. Las ciudades siempre han estado íntimamente relacionadas con los intercambios comerciales. Lo que ocurre es que ahora los mercados son globales y la gentrificación es una estrategia global.

La gentrificación, a pesar de lo que se tiende a pensar, es un mero asunto económico. El estilo imperante de las clases creativas es el rastro por el que seguir un multimillonario proceso de inversión inmobiliaria con devastadoras consecuencias, incluso para esas clases creativas que tarde o temprano son expulsadas de esos barrios a los que llegaron para regenerar y que ya no se pueden permitir.

La turistificación agudiza tanto las secuelas como la homogeneización. Y sus causas son las mismas. Las administraciones son responsables cuando emprenden procesos de regeneración sin aplicar políticas de vivienda que contengan los precios y la especulación. Por ello, se debe tener cuidado con esas estrategias de marca ciudad pensadas para turistas e inversores y no para los habitantes.

¿Qué está ocurriendo con la gentrificación?

Pasó en los madrileños barrios de Malasaña y Chueca en la década de 1990, y en el Raval y el Gótico en Barcelona, por nombrar algunos ejemplos. Zonas céntricas, en las que vivían familias de clase media-baja que se han hipsterizado y sus vecinos han asistido atónitos a la transformación de su paisaje, viendo como las viviendas de la zona se han encarecido y los locales se han refinado hasta darse de bruces y tener que marcharse a barrios periféricos y otros tantos se han adaptado al nuevo medio. Y éste es precisamente uno de los puntos negativos de la gentrificación.

Pero, se debe mirar también la otra cara de la moneda, y es que la gentrificación no sólo encarece el precio de las viviendas, también propicia el nacimiento de nuevos empleos, negocios, escuelas y un sinfín de mejoras de las que se pueden aprovechar los residentes de esas zonas. Amén del progreso cultural y artístico que suelen experimentar los barrios gentrificados. Un lifting urbanístico generalizado que irremediablemente llama la atención del turismo, otro de los catalizadores de la gentrificación. Al menos en los últimos tiempos.

Por lo pronto, seguiremos en la búsqueda de lograr un modelo que aúne las mejoras de los barrios: más seguridad, más sofisticación, mejora de las condiciones de vida en los centros de las ciudades; con el respeto por la vida diaria de sus moradores sería el ideal.

De momento, la gentrificación sobrevive al paso del tiempo y continúa transformando la cara de los centros de las ciudades con las mismas pinceladas “retro-sostenible-cool” que parecen estar de moda y son el lema principal de cualquier estrategia de marca de una ciudad, sin tener en cuenta su verdadera identidad. Nos quedamos a la espera del modelo diferenciador…