Reflexiones sobre patrimonio, niños y el turismo del futuro…
Últimamente he estado dándole vueltas en mi cabeza a un tema que no había abordado antes: la divulgación del patrimonio local al público infantil. Y me he dado cuenta de su importante valor para el turismo, uno de los temas centrales de este blog.
Pero, empecemos desde el principio y las preguntas que me he ido planteando hasta que he decidido este mes escribir sobre un tema que creo es básico para el futuro del turismo:
¿Cómo se relacionan los habitantes con su patrimonio cultural? ¿Cuáles son los elementos presentes y cuáles son sus características, en una comunicación patrimonial? ¿Conocen y valoran los habitantes de un territorio su patrimonio cultural? ¿Qué modalidades o estrategias de comunicación del patrimonio podemos utilizar las partes implicadas para facilitar la apropiación por los habitantes de un territorio? ¿Qué herramientas de difusión del patrimonio pueden usarse?
Tengo claro que la conservación del patrimonio, tanto del material como del inmaterial, dependen en gran medida del valor que la sociedad le dé al mismo, y en estos momentos la globalización pone en peligro muchos valores de la cultura local. Si los habitantes de un territorio no son capaces de conocer y asimilar su cultura difícilmente lo harán los visitantes y poco se implicarán en su preservación. Para que esto no ocurra los autóctonos deberán creer en el valor de su cultura, su historia, su folklore y su identidad, no como superior a otras sino como enriquecedora del patrimonio de toda la humanidad.
El patrimonio cultural inmaterial, transmitido de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos, infundiéndoles un sentimiento de continuidad e identidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. La comunicación global del patrimonio tiene un puesto muy relevante en esta labor de concienciación y de apropiación, y es fundamental para la gestión del patrimonio por parte de las instituciones implicadas en cada comunidad, grupo humano, nación o territorio. Por ello, no cabe duda de lo necesarias que son las actividades destinadas a concienciar y sensibilizar al público infantil y juvenil sobre el patrimonio local: que se identifiquen con él, que lo valoren, respeten y cuiden para el futuro. Incluso la UNESCO ha desarrollado acciones orientadas hacia esos objetivos (por ejemplo, la figura de “Patrimonito”, entre otras iniciativas).
Desde mi punto de vista, si los niños adquieren conciencia de lo importante y valioso que es el patrimonio cultural y natural de la localidad donde viven, y se convierten en actores que favorecen a su cuidado y conservación; probablemente también desarrollarán estas actitudes responsables cuando viajen. Es decir, se interesarán por las culturas y el patrimonio de los destinos turísticos que conozcan, consumirán productos de turismo cultural y local, comportándose de forma adecuada con su entorno.
Quizá todas estas ideas que comparto aquí suenen demasiado optimistas, pero soy consciente de que estamos ante un camino en el que se avanza muy despacio y que da frutos a largo plazo. Desde luego, yo mantengo la esperanza y me reafirmo en la idea de que se trata de un camino que es necesario recorrer y somos los adultos, las empresas privadas, los organismos públicos, los padres y los colegios, por enumerar algunos, los responsables de transmitir a nuestros pequeños el valor de la cultura local, el respeto y el amor al entorno donde viven para que creemos adultos conscientes y respetuosos.
Ya lo dijo Freeman Tilden, considerado el padre de la disciplina de la interpretación del patrimonio, cuando afirmaba que “la interpretación dirigida a los niños no debe ser una dilución de la presentación a los adultos”. No se trata de contar lo mismo que a los mayores pero explicado “más fácil o más resumido”, ni mucho menos. Tenemos que apostar por contenidos y propuestas específicas para los niños, porque ellos entienden muchos más conceptos de lo que a veces pensamos. Por ello, tenemos que trabajar en la aproximación a ese concepto, cómo explicárselo, para que ellos mismos lo razonen, interioricen y lleguen a sus propias conclusiones. Así como también debemos potenciar el espíritu crítico y analítico aprovechando esa curiosidad que tan desarrollada tienen a esas edades. ¿Que lo preguntan todo? Genial, que sigan así toda su vida. Yo nunca he dejado de preguntarme cosas y estoy convencido de que es la mejor forma de aprender.
Creo que poco a poco podemos ir dando pasitos hacia delante… Así que este post va dedicado a los pequeños guardianes del patrimonio y un futuro más cercano hacia el turismo responsable.